El cáncer es una alteración biológica y genética de las células que componen los tejidos de nuestros órganos. A día de hoy, el cáncer sigue constituyendo una de las principales causas de mortalidad en el mundo, con aproximadamente 18, 1 millones de casos nuevos en el mundo en el 2018 (SEOM).
El cáncer es una enfermedad que puede causar un fuerte impacto físico, social y psicológico. El diagnóstico oncológico supone un gran impacto emocional provocando un cambio en la dinámica de las personas que reciben esta noticia. El paciente puede experimentar cambios a nivel laboral, familiar y social, entre otros.
A lo largo del proceso oncológico, pueden surgir necesidades físicas, emocionales, espirituales o sociales tanto en el paciente como en su entorno más cercano.
Los efectos secundarios de los tratamientos médicos de diversa índole como la radioterapia o quimioterapia, afectan a todas las áreas del paciente. A nivel físico es la alteración corporal del paciente. Uno de los efectos más presentes en el tratamiento de quimioterapia es la caída del cabello comúnmente llamada alopecia.
La caída de pelo se produce por la acción de los distintos fármacos quimioterápicos sobre el folículo piloso provocando una destrucción del mismo y por tanto la pérdida del pelo. Este efecto secundario no siempre aparece, depende directamente del tipo de quimioterapia empleada. Además, cabe la posibilidad de que la caída de pelo sea generalizada afectando a otras partes del cuerpo como son las cejas, pestañas, piernas o axilas entre otras. Este tipo de alopecia llamada alopecia secundaria es reversible ya que el cabello vuelve a crecer en la mayoría de los casos.
Este efecto secundario tiene un impacto directo en el autoestima, autoimagen e identidad personal. Cuando estas áreas se ven afectadas, el bienestar general del paciente también, provocando sentimientos de miedo, síntomas de ansiedad y depresión, frustración o sentimientos de no reconocerse con su imagen actual. Los pacientes refieren que la caída de pelo es un recuerdo constante de la enfermedad.
Podemos comprobar que los efectos secundarios pueden afectar a la imagen corporal de los pacientes perturbando la esfera emocional y la adaptación del proceso oncológico.
Por ello, es importante empoderar al paciente ofreciéndole un amplio abanico de recursos para que pueda elegir qué recurso utilizar según su biografía y contexto personal.
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