Muchas veces asemejamos la vida a un viaje en tren, nos subimos a un vagón y vamos aprendiendo, conociendo, explorando…A veces, en las paradas del tren, sube gente nueva que te va a acompañar a lo largo de todo tu viaje, otras bajan y vuelven a subir en otra estación o personas que abandonan el tren y no las vuelves a ver. La diferencia con este tren, es que tu no decides cuando bajar o hacer un alto en el camino.
Cuando te diagnostican una enfermedad grave, se produce un STOP en este viaje, que por supuesto, nadie decidiríamos. Los primeros pensamientos que se te vienen a la cabeza son todos aquellos que te recuerdan las cosas que temporalmente no vas a poder hacer, esto conlleva emociones más desagradables como tristeza, rabia, enfado. ¿Qué podemos hacer entonces?
A muchos nos ha pasado, cuando nos encontramos mal, que nos digan ¡anímate, todo pasa! ¿Es tan fácil? NO. Es importante respetar el tiempo en el que nuestro tren ha decidido viajar más lento, aceptar que tu ritmo cambia no es una tarea sencilla, muchas veces, después de este diagnóstico no vamos a poder volver al nivel de bienestar y calidad de vida que teníamos previamente, además se nos ha unido al viaje un pasajero no grato más, una enfermedad crónica.
Es normal que cuando recibes esta noticia, todos tus pensamientos, expectativas y emociones sean desadaptativos y muy desagradables. Pero, como nuestro tren, estos momentos seguirán su viaje y de la frustración inicial podremos pasar a la aceptación, con o sin ayuda.
Las enfermedades crónicas, cambian nuestra visión del mundo, afectan a todas las esferas de nuestra vida, emocional, relacional, personal, laboral… Incluso una vez que has finalizado con los tratamientos que pueden ser más agresivos. Por ello, es fundamental trabajar en la adaptación y el cuidado personal, entendernos y validarnos. Permitiéndonos, sentir.
Nadie sabe cuánto dura esta parada, lo que si podemos garantizar es que muchos trenes se paran cada día. No estás solo en esto. Cada día miles de trenes sienten lo que tu estás sintiendo en este momento y otros tantos comienzan a volver a rodar. Rodearte de personas que te apoyan, te hacen sentir querido y te dan la importancia que tu tienes es muy beneficioso, además el apoyo social tanto de seres queridos como de personas que están en tu misma situación mejora la adaptación a la enfermedad y la adherencia a los tratamientos.
Después de un diagnóstico de enfermedad grave, tu viaje ya no será igual, tu tren irá cargado de experiencias, buenas y malas y tu visión del camino cambiará.
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