Los que cuidamos de personas que tienen una enfermedad crónica o una enfermedad como el cáncer, que se alarga en el tiempo, lo hacemos de manera incondicional por el amor que sentimos por nuestro paciente o familiar, pero ¿quién cuida de nosotros?
Hemos oído muchas veces “la importancia de cuidar cuando estas cuidando”, pero qué difícil es estar bien cuando a diario te enfrentas a un sufrimiento continuo, con numerosas pérdidas tanto físicas como emocionales como funcionales. El cáncer es una enfermedad que engloba a toda la familia, cambiando la dinámica familiar, el rol que cada persona tiene y un largo etcétera. Cualquier enfermedad crónica va exigiendo, a medida que pasa el tiempo, un mayor número de cuidados, sin ser realmente conscientes de ello, los cuidadores vamos priorizando el bienestar del enfermo a nuestro propio bienestar, ya que, a su vez, nuestro bienestar empieza a depender del suyo. Esto, nos puede llevar a un estado de agotamiento emocional o fatiga caracterizado por el cansancio y el estrés (Acker, 2011).
Quiero destacar la importancia de tratarnos a nosotros mismos de forma compasiva, tal y como tratamos a nuestro familiar o paciente, entendida como el impulso que te lleva a aliviar el sufrimiento humano. En muchas ocasiones pueden surgir las preguntas o reticencias como “¿para qué?” “yo estoy bien, es él / ella quien necesita ayuda”. Se nos olvida un aspecto fundamental y es que yo no puedo cuidar si no estoy cuidado. En enfermedades que tienen procesos médicos tan largos y demandantes como el cáncer es normal que los cuidadores nos sintamos cansados, esto puede llevarnos a, inconscientemente, desvincularlarnos de nuestro familiar o paciente y las consecuencias de esto son muy negativas tanto para uno como para otro, como me dijo un paciente “se genera una brecha fina pero profunda que ninguno entendemos, pero sabemos que está ahí”. Esta brecha, no es una falta de confianza o amor por el otro, si no, una un método protector desadaptativo que conlleva mucho más daño que beneficio, esto es lo que debemos evitar.
¿Cómo evitamos esto desde el rol del cuidador? Es fundamental tomar consciencia, tanto por nuestra parte como por parte de todas las personas, familiares y profesionales que rodean al paciente, de nuestras limitaciones y de la idea de autocuidado. Para ellos proponemos elaborar un plan de autocuidado adaptado a las necesidades y problemática personal, como premisas generales debe incluir: descanso, espacio dedicado únicamente a uno mismo, como espacio para leer, caminar…, actividades sociales y de ocio y tener en cuenta nuestra propia salud y poder dividir los cuidados de la persona enferma.
Nuestras necesidades son tan importantes como las de la persona que cuidamos. No debemos sentirnos culpables por atenderlas y reservarnos un tiempo para nosotros mismos, a veces, como en este caso las emociones se activan como falsas alarmas y debemos no detenernos en ellas. No podemos olvidar que, cuidarnos a nosotros mismos es una forma de cuidar al otro y evitar que aparezca la “brecha” entre nosotros.
Comentarios recientes